Docentes chilenos prueban el Marco de Competencias Digitales de la UNESCO

Docentes chilenos prueban el Marco de Competencias Digitales de la UNESCO

Durante las últimas décadas, la tecnología ha dejado de ser un accesorio en las aulas para convertirse en un componente estructural del proceso educativo. No se trata solo de proyectores o pizarras digitales: hablamos de nuevas formas de pensar, enseñar y aprender. En este contexto, el Marco de Competencias Digitales Docentes de la UNESCO llega a Chile como una herramienta para sistematizar y orientar el desarrollo profesional de los educadores frente a un entorno digital que cambia constantemente. La experiencia piloto con docentes chilenos ha comenzado a ofrecer pistas valiosas sobre lo que funciona, lo que incomoda y lo que aún está por resolverse.

Índice

Qué es el Marco de Competencias Digitales de la UNESCO

El Marco de Competencias Digitales Docentes (UNESCO ICT-CFT, por sus siglas en inglés) es una guía internacional diseñada por la UNESCO que define lo que se espera que los profesores sepan y sean capaces de hacer con la tecnología para mejorar la enseñanza y el aprendizaje. Su objetivo no es imponer herramientas ni metodologías, sino ofrecer una hoja de ruta clara sobre el uso pedagógico de las tecnologías digitales, adaptada a distintos niveles de desarrollo profesional y contexto educativo.

La versión más reciente del marco (UNESCO, 2018) organiza las competencias en seis áreas clave:

Área de competenciaEjemplo práctico en aula
Comprensión de las TIC en educaciónAnalizar cómo el uso de plataformas digitales cambia la dinámica del aprendizaje.
Currículum y evaluaciónDiseñar actividades que integren el uso de recursos digitales como parte de la evaluación.
PedagogíaAplicar estrategias didácticas con herramientas digitales interactivas.
TIC para el desarrollo profesionalParticipar en comunidades de aprendizaje virtuales.
Organización y administraciónUsar plataformas para gestionar contenidos, tareas y comunicaciones con estudiantes.
Alfabetización digitalEnseñar a los estudiantes a reconocer fuentes confiables en internet.

Chile, a través del Ministerio de Educación y la colaboración con organismos internacionales, ha iniciado en 2024 un proceso de implementación piloto en diversos establecimientos educacionales del país, partiendo por regiones como Valparaíso, Biobío y Metropolitana.

Qué opinan los docentes que lo están probando

Los primeros reportes, tanto formales como extraoficiales, muestran una mezcla de entusiasmo, dudas y resistencia. La profesora Claudia Hidalgo, quien imparte Lenguaje en una escuela pública en Quilpué, comenta: “Por fin hay una estructura clara que nos dice cómo avanzar en lo digital, no solo qué software usar, sino qué habilidades trabajar con los alumnos”. Pero no todos lo ven con el mismo optimismo.

Algunos de los comentarios más frecuentes entre docentes son:

  • “Nos piden desarrollar competencias digitales, pero no todos los colegios tienen conectividad estable ni equipamiento adecuado.”
  • “El marco está bien pensado, pero falta acompañamiento real. Un PDF no reemplaza una capacitación vivencial.”
  • “Es positivo tener metas claras, aunque no siempre se explicita cómo lograrlas con estudiantes que aún tienen brechas digitales enormes.”

Estas reacciones coinciden con un diagnóstico ya señalado por el Centro de Estudios del Mineduc, donde se indica que las capacidades digitales de los docentes en Chile presentan una alta heterogeneidad, con grandes diferencias entre zonas urbanas y rurales.

Avances concretos en la implementación

Durante el primer semestre de 2025, más de 600 docentes participaron en talleres de formación basados en el marco de la UNESCO. La iniciativa, articulada por la Red de Innovación para la Transformación Educativa (RITE), buscó adaptar los estándares internacionales a la realidad chilena. Los resultados preliminares muestran que el 78% de los participantes declaró haber modificado alguna práctica pedagógica como resultado de la formación.

Una de las escuelas pioneras fue el Liceo Juan Gómez Millas de San Bernardo, que integró una rúbrica basada en el marco para evaluar proyectos estudiantiles en Ciencias. La directora del establecimiento relata que “fue un cambio sutil, pero efectivo: los estudiantes comenzaron a planificar con criterios digitales en mente, desde la selección de fuentes hasta el diseño visual de sus informes.”

Desafíos que todavía incomodan

No todo ha sido fluido. Hay al menos tres obstáculos importantes que se repiten en los testimonios docentes:

  1. Infraestructura tecnológica desigual
    A pesar de los avances en conectividad escolar, muchos colegios aún enfrentan problemas con la velocidad de internet o el acceso a dispositivos. Según Subtel, más del 30% de las escuelas rurales en Chile no cuenta con acceso a fibra óptica, lo que limita seriamente la integración real de competencias digitales.
  2. Brecha generacional
    Algunos docentes, especialmente mayores de 50 años, expresan sentirse fuera de lugar frente a exigencias digitales que no siempre comprenden del todo. Como reflexiona un profesor de Matemática de Curicó: “Yo enseño bien, pero no soy ‘nativo digital’, y muchas veces no sé por dónde partir con estas herramientas.”
  3. Capacitación superficial
    En varios establecimientos, las jornadas de formación han sido breves o han estado más enfocadas en cumplir con una exigencia que en generar una transformación pedagógica real. Aquí aparece un riesgo: que el marco se transforme en una moda más, sin impacto profundo en el aula.

¿Cómo se alinea con las políticas educativas de Chile?

Uno de los aspectos positivos del Marco de la UNESCO es su coincidencia con los lineamientos del Marco para la Buena Enseñanza (MBE) y la Estrategia Nacional de Educación Digital, actualizada por el Mineduc en 2024. Esta estrategia busca no solo mejorar el acceso a tecnología, sino fortalecer las competencias digitales de toda la comunidad educativa.

Según el documento oficial del Mineduc, uno de los objetivos para 2025 es que el 85% de los docentes del sistema público esté familiarizado con el uso pedagógico de herramientas digitales. El Marco de la UNESCO sirve aquí como brújula para ordenar estos esfuerzos.

Más aún, organismos como la Agencia de Calidad de la Educación ya han comenzado a considerar indicadores de competencia digital docente dentro de sus instrumentos de evaluación institucional, aunque aún en etapas exploratorias.

Posibles impactos a mediano plazo

La adopción de este marco podría marcar un antes y un después en la educación chilena si se aborda con realismo y profundidad. Más allá de dominar plataformas, se trata de generar una cultura digital crítica, inclusiva y pedagógicamente sólida.

Esto podría reflejarse en:

  • Evaluaciones más diversificadas, donde no todo dependa de la prueba escrita, sino también de proyectos digitales colaborativos.
  • Mayor autonomía estudiantil, gracias al uso responsable de recursos digitales.
  • Reducción de brechas sociales, siempre que se garantice acceso igualitario a tecnología.

Pero también hay riesgos si no se acompaña adecuadamente: saturación docente, simulacros de cambio o incluso mayor desigualdad entre escuelas que pueden implementar el marco y las que no tienen los recursos para hacerlo.

Algunas lecciones desde la experiencia chilena

A partir de lo vivido en estos meses, hay al menos cuatro aprendizajes que emergen con fuerza:

  • El cambio cultural es más lento que el cambio tecnológico. No basta con comprar tablets o contratar software; se requiere transformar formas de pensar y enseñar.
  • La voz docente es clave. Las mejores adaptaciones del marco han ocurrido en espacios donde los profesores participaron activamente en la contextualización del instrumento.
  • La formación no puede ser homogénea. Hay que considerar trayectorias previas, niveles de experticia y características del entorno.
  • Sin política pública sostenida, el marco se diluye. Su implementación requiere voluntad institucional más allá de modas educativas o ciclos presupuestarios.

¿Hacia dónde vamos?

El Marco de Competencias Digitales de la UNESCO puede convertirse en una brújula valiosa para el desarrollo profesional docente en Chile, pero no es una receta mágica. Como en cualquier proceso de transformación educativa, lo esencial no está en el documento en sí, sino en cómo se encarna en las prácticas cotidianas del aula. Mientras algunas escuelas ya están cosechando los frutos de esta orientación, muchas otras siguen buscando el camino en medio de desafíos estructurales y culturales. La clave estará en acompañar, escuchar y respetar los tiempos del cambio. Porque educar en lo digital no es solo enseñar a usar tecnología, sino a pensar con ella.

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