Impacto de los e-scooters en la demanda del transporte público en Santiago

La movilidad urbana en Santiago ha cambiado drásticamente en la última década. No se trata solo del aumento del parque automotriz o de los avances del Metro; el verdadero cambio, aunque más silencioso, llegó con los scooters eléctricos. Estos pequeños vehículos de dos ruedas comenzaron a aparecer en las veredas del centro, Providencia y Las Condes a mediados de 2018, primero como una moda pasajera, luego como una opción real de transporte diario. Y hoy, cinco años más tarde, ya son parte del paisaje urbano.
El fenómeno de los e-scooters no solo ha transformado la forma en que las personas se mueven dentro de la ciudad. También ha comenzado a hacer presión sobre un sistema que ya venía tensionado: el transporte público. La pregunta es inevitable: ¿están los scooters restando pasajeros al sistema de buses y Metro? Y, si es así, ¿cuál es la magnitud de este impacto?
Cómo llegaron los scooters eléctricos a Santiago
El primer servicio de arriendo de scooters eléctricos en la ciudad lo ofreció Lime, una startup estadounidense que desembarcó en Santiago en octubre de 2018. Pronto se le unieron otras como Grin y Bird. El modelo era sencillo: descargabas una app, escaneabas un código QR y en segundos podías desplazarte sin necesidad de un auto ni de subirte al bus. El precio era competitivo, la experiencia novedosa y, al menos en ciertos barrios, los trayectos eran mucho más rápidos que los del transporte tradicional.
La expansión inicial fue rápida. En 2019 ya se contabilizaban más de 5.000 scooters disponibles para arriendo en Santiago. Desde entonces, las cifras han fluctuado, pero la tendencia al alza se ha mantenido, reforzada por los cambios de hábitos que trajo la pandemia.
¿Quiénes usan e-scooters en Santiago?
Según un estudio publicado por el Observatorio de Movilidad Urbana del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), el perfil de los usuarios de scooters eléctricos en Santiago tiende a concentrarse en adultos jóvenes, entre 20 y 40 años, con ingresos medios o altos, y que viven o trabajan en comunas céntricas. La mayoría los usa para distancias cortas, principalmente trayectos de menos de 4 kilómetros, ya sea para llegar a la oficina, visitar un comercio o conectar con otro medio de transporte.
Uno de los hallazgos más relevantes de esta investigación fue que un alto porcentaje de los usuarios de scooters no están reemplazando caminatas o viajes en bicicleta, sino desplazamientos que antes hacían en Metro o en buses del sistema Red.
Distribución modal estimada del trayecto anterior al uso del scooter
| Medio de transporte sustituido | Porcentaje de usuarios que lo reemplazaron |
|---|---|
| Metro | 41% |
| Bus RED | 23% |
| Caminata | 17% |
| Bicicleta | 8% |
| Taxi o apps de transporte | 11% |
Esta tabla, basada en datos recopilados por el ISCI y ajustados con cifras del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones (MTT), confirma lo que muchos intuían: los scooters no son solo un complemento de la movilidad, sino que han empezado a competir directamente con el transporte público.
Consecuencias para el sistema de transporte público
Aunque el transporte público en Santiago sigue siendo el principal medio de desplazamiento, especialmente en las comunas periféricas, hay señales de alerta. Una de ellas es la baja en la cantidad de pasajeros del Metro durante los fines de semana, fenómeno que comenzó a observarse con fuerza desde 2022. Según cifras oficiales de Metro de Santiago, los domingos registran una caída de hasta el 18% en la demanda respecto a los niveles prepandemia, mientras que el uso de scooters se dispara en esos mismos días.
El problema no es solo una reducción de pasajeros. El modelo de financiamiento del transporte público chileno depende en gran medida del número de validaciones. Si los pasajeros migran hacia opciones privadas, el sistema necesita más subsidios del Estado para mantenerse operativo.
La Encuesta Origen Destino 2023, desarrollada por el Instituto Nacional de Estadísticas junto al MTT, también reveló que un 12% de los santiaguinos afirma haber cambiado total o parcialmente el transporte público por medios alternativos como scooters o bicicletas eléctricas.
¿Moda pasajera o cambio estructural?
La duda que ronda entre urbanistas y autoridades es si este fenómeno será temporal o parte de una transformación permanente. Algunos analistas advierten que, aunque el boom inicial de los scooters podría estabilizarse, su presencia ya está consolidada como una opción más dentro del menú de movilidad urbana.
El economista y experto en transporte urbano, Rodrigo Fernández, profesor de la Universidad de Chile, señala que "el scooter ha ganado espacio como medio de transporte de último tramo, pero también como opción completa para trayectos cortos. Y eso afecta directamente la demanda por buses y Metro en zonas céntricas y con buena infraestructura vial".
Fernández advierte que el impacto no será homogéneo: "Las comunas periféricas seguirán dependiendo del transporte público por razones económicas y de distancia, pero en el centro, el patrón de movilidad ya está cambiando".
¿Qué puede hacer el Estado?
El marco normativo para los scooters eléctricos ha ido adaptándose con lentitud. En la actualidad, están regulados bajo la Ley de Convivencia Vial, que los equipara a bicicletas, pero hay vacíos importantes en cuanto a su circulación en veredas, estacionamiento y responsabilidad en accidentes.
El MTT, junto con municipios como Providencia y Las Condes, ha impulsado pilotos de zonas de aparcamiento exclusivo y campañas educativas. Aun así, las políticas públicas parecen estar un paso atrás respecto a la velocidad del cambio.
Una alternativa discutida es integrar a los operadores de scooters dentro de un sistema más amplio de movilidad, como ocurre en algunas ciudades europeas donde los trayectos combinados (Metro + scooter) se premian con descuentos. Esto podría reducir la competencia entre modos y fomentar una lógica de cooperación.
Propuesta de acciones para un sistema más equilibrado
| Medida propuesta | Posible efecto esperado |
|---|---|
| Incentivos para combinar transporte público y scooters | Aumento en la eficiencia de trayectos mixtos |
| Estaciones de scooters junto a paradas de Metro | Reducción del uso de autos particulares |
| Regulación del aparcamiento y circulación | Menor congestión y más seguridad vial |
| Tarifa integrada entre operadores | Mejora en la experiencia de usuario |
Un cambio que llegó para quedarse
Negarlo sería ingenuo: los scooters eléctricos ya forman parte del ecosistema de transporte en Santiago. Lo que antes parecía una extravagancia, hoy es una alternativa viable, rápida y, para muchos, más conveniente que esperar un bus lleno o subir a un vagón de Metro en hora punta.
Claro, esta transformación también plantea desafíos. ¿Cómo se adapta el transporte público a una ciudad que prefiere moverse en dos ruedas eléctricas? ¿Es posible que ambos sistemas convivan sin canibalizarse? Las respuestas no son simples. Pero lo que sí es evidente es que la movilidad urbana está en pleno reacomodo, y quienes diseñan políticas públicas deben comenzar a mirar con más atención este nuevo paisaje rodante que cruza las calles de Santiago.
Si vives en la ciudad, seguramente ya lo habrás notado: el viaje típico está cambiando. El futuro del transporte no está a años de distancia. Está a la vuelta de la esquina, probablemente detenido junto a ti, esperando que el semáforo cambie de color.